miércoles, 27 de abril de 2011

CASI UN POEMA !!!!

ME HE MIRADO EN EL ESPEJO Y NO ME HE RECONOCIDO
EN EL EXTRAÑO QUE SE VE TRAS EL CRISTAL
SI EL PASADO Y EL PRESENTE SE REFLEJAN
Y NO MIENTEN TENGO QUE HACER ALGO POR MI PORVENIR
YA NO QUIERO SER YO
YA NO QUIERO SER YO
YA NO.....

MI PASIENCIA TIENE UN LIMITE Y SE ACABA HOY
HOY VOY A MATAR ESTA VIDA GRIS QUIERO ENLOQUESER
VOY A SER EL REY DE ROMA O EL ALCALDE DE PAMPLONA
O EL PAYASO QUE DISPARE SOBRE MI
ENTRARE EN OTRA PERSONA O EN LOS HUEVOS DE MAHOMA
DA LO MISMO QUIERO ESTAR FUERA DE MI
VOY A SER UN RICO TRISTE O EL PSIQUIATRA DE LA VIRGEN
CUANDO TUVO QUE CONTARLE LO DEL NIÑO A SAN JOSE
HOY VOY A MATAR ESTA VIDA GRIS QUIERO ENLOQUESER
VOY A OLVIDARME DE TODOS Y NUNCA VOLVERE
QUE MAÑANA ES TARDE Y TODO SERA IGUAL
 
 

domingo, 24 de abril de 2011

FMERIDES TRUCHAS

SI RECONOSCO QUE ES CHOREO, PERO ES INCREDIBLE!!!!
¡ELEVAD EL CORAZÓN, HERMANOS MÍOS, MÁS ALTO !      ¡ Y NO OLVIDÉIS TAMPOCO VUESTRAS PIERNAS !    ELEVAD TAMBIÉN LAS PIERNAS, BAILAD Y MEJOR QUE ESTO: ¡ SOSTENEOS SOBRE LA CABEZA !"

jueves, 21 de abril de 2011

¿UN CUENTO Ó UN DELIRIO MAS?

                                        EL viaje

Cansado, de la angustia que la vida promueve, sin consultarlo con nadie, decidí que ya había llegado la hora de emprender el gran viaje, y sin que el destino me diera el pasaporte. Lo conseguí. De una forma vil y tortuosa. Fue así que dentro de una botellita que un harapiento me facilito a cambio de poco metálico, estaba mi salvoconducto para salir de la tierra de sombras, y realizar el viaje deseado.  Un viaje que todos debemos hacer, pero que no se puede decidir cuándo.  Solo Yamma sabe la hora en que debemos estar ahí.
Decidí emprender el gran viaje, sin más que mis tristezas, una pequeña bolsa con las cosas que Iván a ser necesarias, en lugares desconocidos. Elegí el día del nunca más…, palabras que resonaran en mi memoria por siempre. Respire profundo, y de un solo sorbo, cambie el pasaje, después de eso, lo último que sentí fue un extraño ardor en todo mi cuerpo. Así inicio el viaje que me alejaba de las sombras y el sufrimiento.
Poco tiempo después, creo yo, desperté en una zona inhóspita, rodeado de seres que parecían humanos, pero ya no tenían voluntad, mucho lloraban lágrimas vacías, otros gritaban llamando sin recordar a quien. Intente preguntar donde estábamos, pero nadie contestaba. La sensación extraña que me producía, miedo no era, ¿tristeza? Supuestamente ya la había dejado atrás. En eso desde lo alto se escucha una vos gruesa que decía “Quien se atreve a romper las reglas de la muerte y llegar consciente a este recinto”. Cuando lo escuche, baje la mirada y me enfile hacia unas cuevas, donde me escondí, por primera vez sentí miedo. Pero por lo que me podría pasar, sino por volver a mi vida!!.
Al entrar a la cueva, encontré otro tipo de … ¿espíritus? , me dio impresión al principio pero, me anime y les pregunte…
Hola,  ¿ustedes quiénes son? ¿saben en qué lugar estamos? ¿de quién es esa vos que he escuchado?  Y cual coro de iglesia me contestaron, “somos pecadores que hemos roto el principio del universo, rechazamos el regalo más grande que se le da al hombre, y por eso no se nos permite salir de este paramo sin nombre, estamos destinados  a vagar por aquí, con conciencia, y siendo cazados por bestias deformes, para luego, ser arrojados a lo más profundo de los infiernos donde seremos atormentados por el resto de la eternidad, la vos es del rey de estos paramos, que jamás debe ser nombrado, no preguntes por él, al ser nombrado vendrá y no querrás saber las consecuencias”.
Luego de escuchar esas palabras, por primera vez en mucho tiempo me dio miedo, miedo de ese que si tuviera mi cuerpo me helaría hasta los huesos, y paralizaría el corazón.  ¿Pero entonces no hay salida? Murmure. Solo una, arriesgada, casi imposible.
¿Cuál?  Pregunte, !!!por favor diganmelo!!!.  Mirándose los unos a los otros, asintieron con la cabeza, hasta que el que parecía el más viejo dijo:  “Solo un camino hay, donde las bestias, no te seguirán, peligroso si, el trayecto no es lo difícil.  Lo verdaderamente difícil será, convencer al barquero, que te guie por el Aqueronte, y te lleve hasta el Estige, con suerte te bajara en el paraíso o por lo menos saldrás del infierno. El inframundo es muy peligroso debes saberlo”.
Teniendo en cuenta esas palabras, pregunte el camino a seguir. El camino era escabroso y bordaba terrenos que ningún hombre debería ver. “Y un consejo mas dijo el mayor de los espíritus, las bestias no ven, sienten tu esencia así que si te las encuentras procura ponerte a sus espaldas, allí no te notaran. Suerte”  Gracias por los consejos, ¿pero por qué no vienen con migo?, “no”, dijo el viejo, “tu alma llego con más fuerza, la nuestra ya no soportaría ni salir de la cueva, ve que si logras llegar nosotros también seremos salvados”.
Con esas palabras en la cabeza, me dieron nuevos bríos, y empeze el viaje para finalizar el viaje.
Corrí por horas, va corrí porque el tiempo aquí no tiene sentido. Hasta llegar a la base de un monte, por la derecha de este vertía un arroyuelo, su nombre arroyuelo de la desesperación, lleva ese nombre porque las almas que no tienen para pagarle al barquero intentan cruzar en su desesperación por él al ser angosto, pero al poner un pie sus aguas pasa lo mismo que en el Aqueronte son succionados hacia el fondo de donde jamás podrán escapar. Bordee este arrollo un largo trecho, sin encontrar más que agua y rocas. Hasta que a lo lejos empeze a divisar un bosque de árboles secos, donde el frio de la muerte se mostraba en todos los rincones.
Al llegar, sentado debajo de uno de los árboles, vi a un hombre maduro, no era un espíritu, ni tampoco una criatura del inframundo, me acerque, y con vos temblorosa le dije: Hola buen hombre, podría usted decirme donde estoy, y si no le molesta satisfacer mi curiosidad, ¿ quién es usted y como llego hasta aquí? . Levanto la vista que tenia fija en el suelo, me miro a la cara sonrió y dijo: “estas en el bosque de la desolación, no hay misterio porque se llama así, y en cuanto a tu pregunta, soy como tu alguien que se canso del mundo de los vivos, pero no tuvo el valor de quitarse la vida, así que me cole por la cueva sin fondo que está en el monte más alto de Europa central, la que pocos elegidos pueden encontrar. Mi nombre allá, no lo recuerdo, pero todos me decían señor o Lord. Las bestias cazadoras de almas, no me atacan, pero los espíritus del camino si, así que llegue hasta aquí con el tiempo, me quede porque es un lugar donde puedo meditar”. Dígame, ¿no se arrepintió de haber venido?  “cada instante, pero una vez que se cruzo la puerta no hay salida. Además, aquí he resuelto todas las dudas de la vida, un conocimiento que entre los vivos valdría mucho, pero rompería con las reglas del destino. Cosa que rey de estos parajes no permitiría jamás. ¿Dime, tu a dónde vas?”, voy a ver si el barquero se conmueve y me deja pasar hacia el otro lado del Estrige. “Larga proeza la vuestra.  Descansa, no te queda mucho camino, pero es difícil y tortuoso. Y sobre todo necesitaras energía, para poder hablar con él, no te será fácil”
Me conto como seguir, me dio un consejo, no comas nada ni tomes nada porque sino no podrás salir de este valle en toda la eternidad. Comprendiendo eso seguí el camino.
Seguí, caminando y al terminarse el bosque, llegue a unas playas donde por doquier había, pilas de piedras amontonadas en forma de pirámides, y recordé, que había leyendas que decían que los chicos que habían perdido a sus padres, las hacían en su honor, pero nunca pensé en verlas. Al pasar por ellas encontré unas dunas. Subí a una, para ver si se veía el Aqueronte, a lo lejos de se divisaba lo que parecía un espejo de agua muy grande. Pero no me percate, debajo de la duna había una bestia, tuve el tiempo justo para esquivar su zarpazo, pero de un salto se puso frente a mí, verla cara a cara me congelo, recordé el consejo del viejo, entonces reaccione, y tirándome al piso me deslice por la duna. La bestia me siguió pero una vez en el piso, la corrí por la base de la duna y cuando quedo mirando para el lugar desde donde venia, me pare un poco a su espalda retome  aire, y corrí hacia el Aqueronte, como si mi vida se fuera en ello, que paradoja; cuando no pude mas, mire hacia atrás, ya no estaba, me senté en el piso a recobrar fuerzas que a esta altura ya no quedan muchas.
Estando sentado, me puse a pensar, y me sobresalto la idea de que ya no eran tan claros mis recuerdos de la vida. El motivo por el cual la termine ya se encuentra en penumbras, y eso va vaciando de sentido esta carrera contra el inframundo. Debe ser por eso que el viejo de la cueva me advirtió que iba a necesitar la energía, para recordar que decirle al barquero.
Me incorpore, y seguí mi camino, haciendo esfuerzo para recordar mi vida. Cuando una niebla me envolvió y por lo que estaba pasando, del olvido me figuro.  Entre la niebla de un color grisáceo casi ceniza, se dejaba ver un resplandor, que cada momento se hacía más fuerte. Cuando pude acostumbrarme a la luz, reconocí una silueta humana, de una mujer para ser más precisos. Al acercarme lo confirme, era una mujer hermosa, de ella emanaba un resplandor que daba luz a ese desolado campo, me acerque, al verla más de cerca note que llevaba puesta una túnica blanca, al verme sonrió, y me dijo, “así que aquí estabas , te estuve buscando”, esas palabras me perturbaron. Sin saber que decir sonreí, le pregunte, ¿Quién eres? ¿Por qué sabes de mi?, nuevamente sonrió, al sonreír su cara se hacía angelical, “mi nombre es Láquesis y ese es mi trabajo” dijo. ¿!Trabajo!? dije, y nuevamente sonrió y luego sus expresión cambio y me dijo, “tu que no has muerto, ¿que haces en este mundo?,  no se te está permitido estar aquí”. No recuerdo como llegue hasta aquí, le dije, lo único que recuerdo ahora es que voy hacia el barquero, para pedirle que me lleve a orillas del Estige. Al decir esto, irrumpió con una sonora carcajada, que me hizo ruborizar. “tu no podrás cruzar nunca, todavía estas atado a la vida,  tu destino es muy fuerte y aun no se ha cumplido, ¿así que no recuerdas como llegaste?”, no recuerdo dije, nada de lo que ha pasado hasta que desperté entre los espíritus, ¿sabes por qué?.  “Si, es probable que los sepa, pero no es necesario que tu lo sepas, lo único que te puedo decir, es que ni Tanato, ni el destino aprueban que este aquí”. Acércate dijo, y con un ovillo de hilo toco mi frente, al hacerlo todos mis recuerdos regresaron. Antes de desaparecer de nuevo en la niebla, me dijo “ve hacia el barquero si te hace feliz. Pronto sabrás la verdad, cuídate”.
Intrigado y  confundido seguí por inercia mi camino, a lo lejos se veía una bahía y muchas almas que se amontonaban en ella. El camino hasta allí era escarpado, por el transitaban muchas bestias que no había visto, me oculte, corrí, rodé, casi caigo al arroyo, pero feliz mi meta estaba cerca.
Luego de forcejear un buen rato con las almas que se agolpaban en la bahía donde un pequeño muelle de madera roída hacia las veces de embarcadero. Sorpresa la mía, cuando estuve a poco de llegar, la barca se fue presa del llanto, me senté en un montículo a esperar. Observando a mí alrededor vi, como un montón de almas desesperadas se tiraban al agua y desaparecían, otras se amontonaban contra la base de una montaña que aparecía como de la nada. Me pregunte en vos alta que era todo eso, y una vos muy dulce pero firme me contesto, “Son las almas de los que no tienen como pagar el viaje”, mire para todos lados y no pude ver a nadie. Y recordé, que una vez había escuchado la historia, de que los griegos ponían en la boca de los difuntos una moneda de oro para pagar su viaje. Me acerque la mano a la cintura y encontré mi boleto, eso me tranquilizo.
El tiempo pasaba, la barca no regresaba, y me sumergí en mis pensamientos, ¿quien era esa mujer, como sabia de mí, porque era su trabajo? Todas dudas que me asaltaban, al levantar la vista, vi a lo lejos sobre el espejo de aguas putrefactas que la barca se acercaba. Corrí, y moviendo a los espíritus a empellones quede sobre el muelle. El olor del agua era asqueroso, pero más el olor y la imagen que daba el barquero, su aspecto era de un viejo todo vestido de harapos, sus manos parecían de hueso puro y una capucha que lo único que dejaba ver era una larga barba color gris, cuando la barca toco el muelle subí a ella.
Al pisarla, la barca se estremeció como si se fuera a hundir, y escuche “ que crees que haces maldito, quieres matarme, bájate” al oír eso subí nuevamente al muelle y le dije: OH gran señor Caronte barquero de las alamas en pena, vine hasta que para pedirte que lleves a esta alma sufriente al lugar de descanso eterno, traje una ofrenda. Sacando de mi cintura una bolsa de paño, mostré su contenido, una moneda de oro macizo en la cual había echo grabar de un lado la imagen de Ades junto a Tanto y del otro Anubis  con su balanza de los justos y uno de los pasajes del libro de los muertos:     
                          He aquí que cruzo los Abismos de el agua celestes
                                  Que están entre los dos combatientes
                                   Y que arribo a los campos de Osiris ..
                               ¡que pueda disfrutar de ellos a voluntad!

Al ver la moneda se abalanzo sobre ella diciendo, “maldito hombre, has sabido llamar mi atención, te escucho”. Le narre toda mi odisea, y sobre todo las decisiones incomodas que había tomado en la vida, y porque quería que me cruzase” por primera vez luego de toda la explicación me miro, yo seguía con la cabeza gacha, como dando a entender que no soy digno, pero que necesito su ayuda.
Tras mirarme nuevamente dijo: “ Por más que quiera no podre cruzarte, lo haría de buen gusto por esa pieza de oro, pues el hilo de tu destino no fue cortado, es más, por lo que veo una de las Moiras lo ha reforzado, y no eres un espíritu, sino un cuerpo de carne y hueso, si subes a la barca ya ha visto que casi se hunde”.  Al escucharlo, le grite ¡ENTOCES NO PUEDES HACER NADA POR MI, QUEDARE ATRAPADO EN ESTE MUNDO SIN FORMA!  La carcajada que soltó fue tan sonora que me dio bronca, dijo luego: “puedo hacer mucho más que cruzar almas en pena por este hediondo pantano, por el precio que puedes pagar te sacare de aquí, no sé si es el lugar al que quieres ir, pero te ayudare” dándole la gracias levante la cabeza y al ver donde supuestamente estaba su rostro, vi la imagen del infinito, vi mi pasado, presente y algunas cosas que no entendí, batallas, salones dorados, riquezas que no eran míos, me dijo “dame el medallón”, e invocando en un idioma muerto una magia extraña, se levanto una correntada de aire, luego recito en varios idiomas, el pasaje que estaba en el medallón, me dijo “Gracias, vive bien y feliz tu vida aun no puede terminar, tu destino no se ha cumplido nos veremos y la próxima vez te cruzare con gusto” y golpeando mi cabeza con el remos me sentí transportado y perdí la conciencia.
Desperté sobresaltado, en mi lecho, con una botella en la mano de un licor extraño, y sin darme tregua para entender un soldado entra en mi habitación, y con voz marcial me llama “General hoy es el gran día, las tropas ya están listas”.






domingo, 10 de abril de 2011

BIENVENIDA

De bienvenir y otras atrocidades parecidas, se jacta el ser humano. Con abrazos interminables y pseudas palabras emotivas, que hacen de toda llegada, un escalofriante momento.
los individuos recuerdan casi siempre, el último encuentro. Entre neblinas de memoria, el que recibe dice que fue en Castelar, grato y bajo la lluvia, mientras el visitante se lo acuerda en una tarde aburrida bajo el sol de Hurlingham. Ambos repasan que fue de sus vidas en momentos que el destino los puso lejanos. Hasta acá, las bienvenidas personales.
Las grupales suelen ser peores: “Damas y caballeros bienvenidos a la trigésimo cuarta reunión anual del club del Tupperware, es una alegría enorme ver sus caras otra vez” La pregunta es ¿por qué?  ¿Para qué? Si una persona va con algún motivo a cierto lugar, que lo cumpla y listo, sin tanta perorata. Esas vueltas son las que hacen que nuestra vida tenga cada vez menos sentido.
Las bienvenidas más fieras, son las sorpresas. Y para peor, seguramente la persona no desea ser bienvenida y menos aún, a un lugar donde de ninguna manera quisiera haber asistido.
Bueno, hoy me encuentra la vida escribiendo alguna gilada para un lugar donde no quisiera estar, pero el destino me trajo. Pido a los autores que se ahorren los abrazos recibidores y las palmadas de cotillón. Suelo sentirme más a gusto en lugares que aberren mi presencia. Comodidad que me han regalado los años de asistir a lugares de los que soy ajeno. De hacer lo que quieren los demás. En fin, que han resuelto por mí, incinerar mi cerebro de la manera más gratuita.
Para los lectores no me queda más, que abrirles la puerta de este blog abrazándolos virtualmente de corazón. Esperando de alguna u otra manera, que se sientan gratamente bienvenidos y que tal recibimiento de una vez por todas, les termine por quemar lo poquito sano, que queda de su cerebro.